A reir volverán las Primaveras
Con el alegre paso disidente
Invocando marciales formaciones.
Mantenemos en alto las banderas
Juveniles y el ánimo insolente
El acróstico que encabeza estas
líneas pretende resumir, más que una definición, un sentimiento. O un puñado de
ellos. Entre su fundación en 2011 y el presente año de 2019 milité en la
Asociación Cultural In Memoriam Juan Ignacio (ACIMJI). Durante varios años
escribí en el diario digital El Cadenazo. Y estoy orgulloso de ello.
Más allá de los logros acimjistas
(película documental sobre el asesinato de Juan Ignacio, Jornadas de la
Primavera Española con las máximas figuras del pensamiento disidente europeo,
Marchas de las Antorchas, concierto de Hobbit en plena Plaza de Colón del
Madrid carmenita, etc…) son los sentimientos los primeros que afloran al evocar
el tiempo en el que coincidí con aquel grupo de militantes patriotas, la
mayoría cincuentones, que a pesar de tener el alma cosida a cicatrices por años
de lucha y persecución, mantenían intacta su feroz rebeldía de escuadristas
adolescentes.
El primer sentimiento es la ilusión.
Aquel proyecto que nació con vocación transversal para integrar a todos los “malditos”
(nacionalsocialistas, nacionalsindicalistas, fascistas en general e incluso
franquistas) fue, sobre todo, algo ilusionante.
Renunciando al circo tramposo de los partidos
políticos y su arena envenenada en la que siempre competíamos en desventaja
contra los gigantescos vendehúmos del Sistema, el formato asociativo era la
plataforma idónea para dar la batalla en el campo cultural.
Ese campo que la izquierda
monopoliza con los mantras y dogmas degenerados del marxismo cultural
(feminismo, ideología de género, multiculturalismo…) es donde se dirime la
libertad de los pueblos. En la ACIMJI, fuimos conscientes desde el primer
momento de que la gran lucha de nuestro tiempo, por encima de conflictos
coyunturales, es la lucha de las ideas.
Un hombre sin identidad es un
esclavo. Frente a la viscosa mediocridad de una postmodernidad pervertida y
decadente era -y es- necesario levantar las banderas de la identidad europea,
último bastión frente al mundialismo usurocrático de los Soros y demás
especímenes repugnantes.
La Patria, la Familia, la Raza, la
Tradición cultural y el legítimo orgullo por un pasado glorioso son los mimbres
que conforman nuestra identidad como españoles y como europeos y lo que
diferencia a una comunidad organizada de hombres libres de un rebaño de
consumidores-esclavos mestizos y sin arraigo. Y nos pusimos a ello con ilusión.
Y nació El Cadenazo.
En sus artículos, viñetas y poemas
satíricos bullía el irreverente e iconoclasta corte de mangas a la pomposa
solemnidad de los dogmas progres y políticamente correctos. No hay nada que
joda más a un liberal o a un pijiprogre que la cuchufleta, la mofa y la befa a
sus sagrados mandamientos.
El segundo sentimiento es la
alegría. La alegría es la savia del Fascismo en la misma medida en que el
resentimiento y el odio lo son del marxismo o la codicia y el cinismo hipócrita
conforman el liberalismo.
El Fascismo es alegría.
Evocar mis años en la ACIMJI es evocar las
risas y el jolgorio de las cenas de las Antorchas, el pitorreo ante la última
senilidad disparatada de la Carmena o el descojone estruendoso cuando Cristina
Almeida dice que la piropean por la calle. La alegría de los proscritos que
hemos acampado en algún momento en la ACIMJI es una alegría cuartelera y
campamental. Es la cara risueña de la camaradería y la hermandad.
Y hay otro sentimiento que asocio a
mis años acimjistas. La tristeza por la mezquina incomprensión de un mundillo
patriota que en muchas ocasiones nos vio como amenaza o competencia y que
rechazó con desconfianza nuestra mano tendida. Pero esa es otra historia que
algún día deberá contarse con la debida perspectiva de los años.
Y, enmarcando todos los demás, como
un telón extendido por igual sobre los momentos solemnes y las anécdotas
nimias, está el agradecimiento a un grupo de hombres y mujeres que, en general,
me hicieron sentirme querido y apreciado. Creo que ese sentimiento es otro de
los nombres de la camaradería.
José
Luis Antonaya – Brazalete Nº 28