Luego le dijeron que todo había sido un sueño. Que se lo había imaginado. Que nunca existió aquella Feria. Pero él todavía recordaba las luces multicolores de los tenderetes; los taponazos sordos del tiro al blanco; el olor pringoso de los churros; el sabor dulzón de las palomitas; el acre hedor a serrín y a orines de las jaulas de las fieras.