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LA SELECCIÓN NATURAL INVERSA Y EL RÉGIMEN DEL 78.


 

Decía Onésimo que el sufragio elige generalmente a los peores españoles y que el parlamentarismo es una estafa. Si el Caudillo de Castilla levantara la cabeza y viera la fauna que habita el Patio de Monipodio de la Carrera de San Jerónimo o la banda de analfabetos, marisabidillas, tarados y malhechores que nos amarga la vida desde el Palacio de la Moncloa, posiblemente lamentaría haberse quedado corto en sus apreciaciones.

En 1978, con la coronada Constitución hija de mil padres, empezó el siniestro acomodo, pretexto y coartada a las cacicadas, traiciones y robos que sufre España por parte de esa casta parasitaria que acomoda sus fofas nalgas en los diversos escaños, sillones, sillitas, taburetes y escabeles del Régimen.
Lo más característico del ecosistema político es que cada nuevo cargo electo, lidercillo, enchufadete o beneficiario de cualquier instancia de poder convierte en buenos, por contraste, a sus antecesores. Lo cual tiene su mérito.
Y esto, aunque aplicable a todas las escalas del Poder, es más notorio en lo referente a los sucesivos marrajos que han ido presidiendo en estas décadas el Consejo de Ministros:
-         Cuando parecía imposible superar el nivel de charlatanería, traición y desvergüenza de Suárez, y tras el interludio cómico de Calvo Sotelo, llegó Felipe González.
-         Cuando no parecía probable mejorar las marcas de desfachatez, corrupción y clientelismo de la banda del malabarista sevillano, llegó Aznar.
-         Cuando nadie creía que se pudieran superar las genuflexiones ante los EE.UU, el fomento de la avalancha inmigrante, el saqueo y privatización de empresas públicas o las concesiones al separatismo del pequeño bufón de las Azores, llegó Zapatero.
-         Cuando se antojaba muy difícil llegar a cotas más abyectas de endofobia, revanchismo guerracivilista, estupidez y maldad del Mister Bean vallisoletano, llegó Rajoy.  
-         Cuando ni los más pesimistas podían sospechar que se pudiesen batir los récords de inanidad, cobardía y sumisión ante el poder financiero de la Trotona de Pontevedra, llegó Sánchez.
Podríamos decir que ahora sí es realmente imposible superar los delirios globalistas, las memeces de la neolengua inclusiva, los nombramientos como ministros de auténticos tarados (taradas y tarades) y analfabetos (analfabetas y analfabetes), el saqueo de las arcas públicas para beneficio de la delirante mafia feminista, la obsesiva tergiversación de nuestra Historia, el adoctrinamiento obligatorio en aberraciones y endofobia, las profanaciones de tumbas o los besahuevos a los asesinos etarras que hoy sustentan el Gobierno psicópata del falso doctor.
Pero sería un error.
La élite globalista parece dar por amortizados los servicios de Sánchez y se rumorea que ya le está preparando un retiro dorado al susodicho. Seguramente con algún cargo generosamente financiado en algún chiringuito globalista.
Y el que empieza a calentar en la banda es nada menos que Núñez Feijoo, máximo aspirante a perro fiel del Globalismo. El mismo que durante el confinamiento en la dictadura sanitaria, convirtió a Galicia es una auténtica cárcel con las medidas más psicópatas y absurdas de toda España. Que ya es decir.
Y es que, al final, de lo que se trata es de cambiar de collar al perro para que la peña no se queme demasiado y mande a la mierda el Régimen del 78. Y han decidido que lo mejor es volver al bipartidismo.
Porque los trampantojos e inventos a derecha e izquierda (Vox y Podemos) ya han cumplido su función de reconducir a los descontentos al redil constitucional. La cochambre podemita, tras sus diversos batacazos electorales, se da por satisfecha con la morterada de millones que ha sacado de su colaboración con Sánchez y con la imposición de su dogma inclusivo, femichiflado y multicultural.
Y en cuanto a los voxeros y su folclore torrentista, todo el mundo sabe que no son más que el socio hortera del PP y que sus votos, a pesar de sus críticas con la boca pequeña, están al servicio de Feijoo y de la globalización más salvaje.   
O sea, que estamos de puta madre.
 

J.L. Antonaya

Texto publicado en la revista NOSOTROS Nº 59. Primavera - Verano 2022

 

 

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