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EUTANASIA: EL GENOCIDIO SOSTENIBLE, INCLUSIVO Y CHUPIGUAY.




Resulta ilustrativo y revelador de las prioridades y obsesiones de la banda de Sánchez que una de las primeras leyes que hayan aprobado sea la de la Eutanasia.
En el fondo, esta gentecilla es consciente de sus carencias intelectuales y de su ineptitud gestora. Como saben que proporcionar una vida digna a los españoles está muy por encima de sus limitadísimas capacidades como gobernantes, se limitan a proporcionarnos lo que ellos consideran una “muerte digna”, es decir, a apiolarnos cuando dejemos de ser rentables o resultemos incómodos.
Esto de la “muerte digna” es otra de las innumerables coletillas, eufemismos, cursiladas y neologismos de la neolengua progre, esa jerga infumable con la que los neomarxistas y neoliberales nos aturden y aburren cansinamente. (Por cierto, ya urge un diccionario o programa informático oficial de traducción simultánea pijigrogre/español-español/pijiprogre para interpretar a estos majaderos.) Llamar “muerte digna” a la eliminación física de enfermos está en la misma línea de fariseísmo lingüístico que llamar “interrupción del embarazo” al asesinato de bebés, “regulación de empleo” al despido de trabajadores, “ingeniería financiera” al desfalco y el trinque o “empoderamiento” a la concesión de privilegios a una fulana o mengana sólo por ser hembra.
Hay que tener un cociente intelectual por debajo del de un votante de Vox para no darse cuenta de que esto de la “muerte digna” es el pretexto chapucero, el “macguffin” de baratillo, el trampantojo para miopes o el chocolate del loro de una operación de siniestra ingeniería social de mucho más calado.
El falso humanitarismo que exhiben como motivador de estas leyes de la muerte es tan burdo como mentiroso. Intentar justificar -con estos argumentos de telefilme de domingo por la tarde- que un comité de médicos tenga capacidad legal para condenar a muerte a un enfermo terminal es tan insultante para la inteligencia como cuando legitimaban las leyes aborteras con el caso de la menor que queda embarazada al ser violada y blablablá. Cien mil abortos anuales en España desde que se aprobó la Ley.
Ni siquiera sumando todas las violaciones perpetradas por menas, refuchis y demás ”manadas” creo que se consigan tantos embarazos.
Al final, el asesinato de bebés no natos se ha normalizado como un método anticonceptivo más. Que era, de paso, lo que se pretendía desde el principio.
Con la eutanasia pasa igual. Siempre que se saca este tema, el progre de guardia sacará el caso del tetrapléjico gallego que quería morir mar adentro y tal.
Vamos a ver: es muy respetable que cada quisque decida entregar la cuchara cuando así lo considere. O aguantar el dolor si sus convicciones religiosas, o éticas así se lo aconsejan. Allá cada cual y para gustos se hicieron los colores. Tan respetable es que Ramón Sampedro quisiera irse al otro barrio como que Echenique quiera seguir por aquí.
Personalmente, me gustaría que, si me toca la lotería de una enfermedad larga, incurable y dolorosa o de una parálisis total, algún camarada o familiar abreviase adecuadamente el molesto trámite si así se lo pido. Pero lo que no es admisible es que un casposo comité de médicos perroflautas decida si un enfermo debe o no seguir viviendo.
Es paradigmático el caso que se produjo hace unos años en un hospital madrileño en la que un médico progre – militante del PSOE, por cierto- se cargaba alegremente a los ancianos que, según él, ya habían vivido demasiado. Los medios echaron tierra sobre el asunto, pero lo cierto es que el sujeto en cuestión, asesinó a varios ancianos que habían ingresado en urgencias porque le salió del nabo. Pues esto es lo que la nueva ley ha legalizado.
Aquí no se trata de ahorrar sufrimientos a nadie, sino de ahorrar pasta a la Seguridad Social y a la Sanidad. Fieles mamporreros del globalismo financiero, nuestros progres, con su habitual sensiblería hortera, disfrazan como alivio de sufrimientos lo que no es más que un despiadado cálculo de rentabilidad.
Es mucho más fácil inducir a nuestros ancianos a suicidarse que pagar pensiones de jubilación. Es mucho más barato cargarse enfermos incurables que invertir en investigación y en tratamientos paliativos del dolor.
Y, sobre todo, para la banda de psicópatas resentidos que compone nuestra clase dirigente -debajo de cada tolerante y amariconado pijiprogre se esconde un sádico chequista-, es muy satisfactorio poder disponer a su antojo de la vida y de la muerte.

J.L. Antonaya


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