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LLAMANDO A LA OFICINA DE PATENTES





 - Oficina de Patentes. Dígame.

- Buenas tardes. Yo es que soy un renombrado científico. He descubierto una vacuna contra la estupidez y quería registrarla.

- Espere un momento. Le paso con el Encargado.

(Suena la habitual musiquilla para desesperar al que espera)

- Al habla el Encargado ¿Es usted el de la vacuna contra la estupidez?

- Sí. Yo soy el descubridor ¿Puedo registrarla?

- Pues va a ser que no. Pero hombre ¿cómo se le ha ocurrido algo así?  ¿No se ha parado a pensar en la cantidad de gente que se quedará sin trabajo por su culpa?

- No le entiendo. Gran parte de los males que aquejan al mundo son producto de la estupidez humana y...

- ¡Cállese, irresponsable! La estupidez es el motor de nuestra sociedad. ¿No se da cuenta? Vamos a ver: Si su vacuna llega a utilizarse ¿de qué iban a vivir, por ejemplo, los artistas contemporáneos? Durante décadas hemos convencido a millares de estúpidos de que una mierda metida en un bote o un manchurrón en un lienzo son arte. Ferias como ARCO mueven miles de euros comerciando con auténtica basura que compran estúpidos y mangantes. Si eliminamos a los estúpidos ¿de qué van a vivir los mangantes? Y hablando de mangantes ¿Ha pensado usted en los echadores de cartas, en los trileros o en los políticos? Si elimina usted la estupidez del mundo los está condenando a la miseria y la marginación. Eso por no hablar de los previsibles disturbios y desórdenes que provocará su invento.

- ¿Desórdenes?

- Claro. ¿Cómo cree que reaccionarían los españoles si dejaran de ser estúpidos? ¿Piensa usted que consentirían, como ahora, que los gobernase una banda de maleantes? ¿Cree que aceptarían alegremente que con su dinero se financiasen toda clase de chiringuitos, oenegés y bandas de chupópteros? ¿Cree que les parecería bien que se diese un sueldo a los delincuentes juveniles que nos envía Marruecos? ¿O que los asesinos etarras se sienten en el Congreso? ¿Cree que aceptarían de buen grado que el Gobierno apoyase a los que quieren cargarse la unidad de su Nación? ¿O que se fomente una inmigración descontrolada cuando hay millones de compatriotas en paro? ¡Su invento se cargaría la paz social y la democracia parlamentaria!

- Hombre, visto así...

- Nada, nada. Déjese usted de vacunas, hombre. No se complique la vida, hágame caso. Dedíquese a cosas de provecho como escribir guiones de telebasura o manuales de feminismo. O hágase asesor de algún concejal.

- Pues va a llevar usted razón. ¿En qué estaría yo pensando?

- Nada. No se preocupe. Pero que no se repita ¿eh? Buenas tardes.

- Adiós, buenas tardes. Y perdone.

J.L. Antonaya

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